Pensamiento Alternativo

viernes, junio 16, 2006

A Río Bravo revuelto, ganancia de varios

Gilberto García Vazquez


El mundo se ha ido encaminando a la construcción de una “economía sin fronteras”, en la que los capitales enfrentan cada vez menores restricciones para viajar de un lugar a otro. Al mismo tiempo, países con significativas diferencias en salarios e ingresos han incrementado sus procesos de integración comercial, al amparo de discursos de modernidad económica y globalización. Estas dos tendencias explican parte del incremento de los flujos migratorios en el mundo. Un ejemplo de ello es la migración de mexicanos a Estados Unidos: si bien durante muchas décadas la población mexicana se mantuvo estable, a partir de los 80s comenzó a crecer exponencialmente. Actualmente, diez millones de mexicanos trabajan en Estados Unidos, aunque solamente 30% de ellos lo hacen de manera legal. De acuerdo al Servicio de Naturalización e Inmigración, durante las últimas dos décadas mas de dos millones de mexicanos ingresaron legalmente a trabajar, mientras que siete millones lo hicieron de manera ilegal. En los últimos quince años un numero de mexicanos equivalente a las poblaciones de Guadalajara y Monterrey se ha ido a buscar fortuna al otro lado. George Borjas, de la Universidad de Harvard, calcula que los mexicanos residentes en Estados Unidos representan el 29.5% de la población extranjera. Hoy, en Estados Unidos uno de cada cinco hombres entre 18 y 69 años es nacido en México. Al principio del artículo dije que economías abiertas e integración comercial eran dos de las variables que explican parte de la migración de mexicanos a Estados Unidos. Hay una tercera variable que no es necesariamente fruto de la globalización sino producto 100% nacional, denominada: “La Falta Crónica de Oportunidades en Casa”. Los últimos años se han caracterizado por incumplidas promesas de crecimiento y modernidad económicas. Si bien las “reformas” han traído algunos beneficios, también han provocado que siete millones de personas hayan dejado a sus familias para trabajar ilegalmente en otro país. Muchas de estas personas han migrado a través de largas caminatas por el desierto, y con el solo amparo de traficantes humanos y la buena de dios. Sus dolientes historias, sin embargo, han traído alegrías a algunos, o al menos alivio. La migración no sólo ha aligerado las presión social y política por la falta de empleos en México, sino que también ha producido la segunda fuente de ingresos en el país. Según en Banco de México, el año pasado ingresaron más de 14,000 millones de dólares en remesas. Para darnos una idea de lo que esta cantidad de dinero significa, valga una comparación. Las remesas que los paisanos enviaron a sus familias el año pasado equivale a todo el dinero invertido en infraestructura carretera durante los seis años de la administración del Presidente Vicente Fox. Con lo que envían los paisanos en dos meses se podría financiar la autopista Durango - Mazatlán. No cabe duda: a Río Bravo revuelto, ganancia de políticos ineficientes y economistas dogmáticos.

Políticas migratorias restrictivas, como las que está implementando el gobierno norteamericano, no solucionan los crecientes flujos migratorios. De acuerdo con el reporte anual del Centro Hispano PEW, cerca de 30% de los mexicanos dice tener intenciones de migrar a Estados Unidos para trabajar, y aunque a la mayoría le gustaría hacerlo legalmente –de preferencia como trabajadores temporales–, 20% de los hombres en edad adulta está dispuesto a migrar a Estados Unidos --aún sin papeles legales. Este numero es impresionante: uno de cada cinco varones entre los 18 y los 50 años está dispuesto a cruzar la frontera ilegalmente, a través de un ambiente hostil e incierto, para darle una vida decente a sus familias. Por ello, si bien los 6,000 soldados que ahora patrullan la frontera podrán disminuir en algunos el deseo de migrar, no lo harán en todos. Como la guardia fronteriza patrulla los puntos que presentan la mayor afluencia de inmigrantes, la militarización de la frontera tenderá a incrementar el cruce de inmigrantes por zonas aún mas hostiles. Esto significa el incremento de cruces fronterizos en condiciones climáticas y geográficas aún mas adversas, que aumentarán el montaje de cruces de madera para recordar a los que murieron en el camino. En los próximos meses veremos el lamentable y triste aumento de paisanos que fallecen en su intento de tener un trabajo remunerado. Pero como en este mundo todo se ha convertido en una transacción, y las transacciones se rigen por la ley del mercado, mayores dificultades para cruzar la frontera significan incrementos en las tarifas de los “polleros”. Es de esperar que además de mas muertes de paisanos, quienes trafican con humanos engrosarán aún mas sus chequeras. Tristemente, a Río Bravo revuelto, ganancia de polleros tranzas.

Es un discurso común en Estados Unidos entre políticos, líderes de opinión, editorialistas, comentadores de televisión, e incluso algunos “intelectuales”, que los inmigrantes latinos representan una amenaza. Los argumentos van desde “la contaminación de los valores, cultura y sistema de vida americano”, hasta la competencia desleal (ilegal) por empleos. Sin embargo, no hay evidencia empírica que muestre que los latinos despojan de oportunidades de empleo a los americanos, ni que contaminen su sistema de vida. De hecho es todo lo contrario. La mayoría de los mexicanos que emigran a Estados Unidos tienden a tener poca educación y escasa capacitación laboral, por lo que se ubican en el nicho del mercado de los denominados “unskilled workers”. Por otro lado, las barreras legales, culturales y lingüísticas hacen que incluso muchos de los que tienen educación universitaria no puedan desarrollarse en sus áreas profesionales. Los paisanos trabajan principalmente en restaurantes, granjas agrícolas, o como empleados domésticos, afanando espacios que los americanos no tienen la menor intención de ocupar. Es un hecho: los inmigrantes no quitan trabajo a los americanos. Lo que sí ha sido demostrado es que los inmigrantes ilegales reducen los salarios de los “unskilled workers”: hay estudios que demuestran que el efecto de los inmigrantes latinos en el mercado laboral norteamericano es la reducción en 8% del salario en este sector. ¿Es 8% una reducción significativa? Probablemente lo sea para el americano que ha decidido –o que no tiene otra opción- trabajar en las bodegas de Wal-Mart. Sin embargo, para la economía de Estados Unidos en su conjunto, el efecto del trabajo de los inmigrantes es altamente positivo. Los mexicanos en Estados Unidos no sólo se encargan de hacer el “trabajo sucio” sino también liberan de presiones fiscales a la sociedad norteamericana, secretamente colaborando en la promoción de la igualdad de género. Leah Vosko, en su libro Temporary Work, demuestra que gracias a los inmigrantes latinoamericanos las mujeres en Estados Unidos han podido integrarse de manera mas dinámica en el mercado laboral. En un país que pese a ser el mas rico tiene la peor seguridad social entre los países desarrollados, los inmigrantes se encargan de cuidar a los bebés y de atender a los ancianos enfermos, lo que permite a las mujeres adquirir su independencia económica a través de un trabajo remunerado. ¿Quien lo fuera a decir? Los temibles inmigrantes han ahorrado al gobierno y familias norteamericanas la construcción y operación de guarderías y casas de asistencia. Es en parte por los inmigrantes que se sostienen los valores y el sistema americano. Si bien hay una tendencia creciente de americanos que aprecian esto, no dejan de existir quienes de manera automática y tramposa culpan a los inmigrantes de todos sus males. Un día escuchaba atónito a un “activista” anti-migración decir que aborrecía a los mexicanos porque robaban sus empleos y seducían a sus mujeres. No cabe duda: A Río Bravo revuelto, ganancia de miopes.

Soy estudiante en Canadá. Antes de migrar a Canadá estudié y trabajé en Boston en las mejores condiciones imaginables. Paradójicamente, no obstante varios miembros de mi familia han sido inmigrantes ilegales en diferentes épocas y circunstancias, yo siempre he sido un visitante legal en Estados Unidos que se ha beneficiado por su ilegalidad. Mi educación fue pagada en parte con los dólares que se ganó mi viejo. Mis dos abuelos sudaron su frente en los campos agrícolas norteamericanos. Algunos tíos labraron su camino trabajando por algún tiempo en Los Ángeles y Chicago. Mi madre dio a luz a mi hermano en una clínica de California. Y como dije, mi caso es privilegiado. Hace un par de meses me casé con una gringa, una radiante pelirroja descendiente de inmigrantes irlandeses. En unas semanas, justo cuando termine con mis pendientes escolares, me iré a vivir con ella a New York, donde terminaré mi tesis. Esta situación me ha llevado a pensar en los Vazquez y en los García, así como en los López, los Espinosa y los Hernández, y en lo diferente y parecido que son nuestras historias al norte del Río Bravo. A pesar de que yo no tendré problemas para residir legalmente en Estados Unidos, ni tampoco se me podrá discriminar por falta de estudios o por no hablar inglés, la mía es la otra parte de la historia que sin embargo sigue siendo la misma. Soy el resultado del trabajo honesto --aunque en las sombras-- que durante años realizó mi viejo, y de la ausencia que de él sufrió mi madre. Mi vida, en muchos sentidos, es un producto de la migración mexicana a Estados Unidos. Por el sacrificio de mis padres yo no tendré que explicarles a mis hijos por qué su papá no puede quedarse a vivir en su país, o por qué se le denomina ilegal a pesar de tener un trabajo honrado. Sin embargo, no dudaré en comentarle a mis chicuelos que lamentablemente, debido a la ineficiencia y la corrupción de muchos políticos mexicanos, a la estupidez de algunos políticos americanos, a los estragos de políticas dirigidas por economistas conservadores y dogmáticos, a la sandez de algunos gringos miopes, y a la indiferencia de muchos mexicanos, nosotros somos un caso especial. Y precisamente por ser de los pocos privilegiados es nuestra responsabilidad hacer todo lo posible para que algún día, en Río Bravo revuelto solo haya ganancia de pescadores.

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